En este episodio de nuestra ya habitual exploración de las expresiones culturales de Guatemala, platicamos con el colectivo “El Sobrante”, integrado por jóvenes artistas que han encontrado en ese espacio un oasis de cooperación en el desierto del circuito individualista y exclusivo del arte contemporáneo. Inconformismo, necedad o necesidad, estos muchachos intentan escapar de la fanfarria y las apropiaciones seudointelectuales con el propósito más honesto de contar sus experiencias personales y su cotidianidad. Mario Santizo, artista visual, ni tan joven ni tan viejo, apostó a este proyecto como una alternativa para que artistas jóvenes empiecen a exponer sus trabajos en el gran medio.
Empecemos por presentar a los “sobrantes”
—Mi nombre es Mario Santizo, artista visual, capitán de El Sobrante [risas unánimes].
—David Ramírez, artista visual.
—Elda Figueroa, también soy artista visual y maestra de artes visuales. Seleccionada de Espacios 2024 [iniciativa de promoción artística del Ministerio de Cultura y Deportes].
—Yo soy Katherin Patá, soy artista visual, música y tatuadora.
—Yo soy Lenin Patá, soy artista visual: yo soy fotógrafo.
¿Son hermanos?
—Lenin: Simón.
—Yo soy Regina Mota, soy artista visual también. Soy la integrante más reciente de El Sobrante.
¿Cómo nace esta propuesta?, ¿qué significa para ustedes?
—Mario: Empezó en 2018. En muchos espacios se dan talleres, cursos de arte contemporáneo para jóvenes, y la verdad es que me frustraba cuando preguntaba los precios para asistir. Te das cuenta de que, como artistas jóvenes, que ya es una carrera difícil, los precios son demasiado altos. Decidí hacer un grupo donde se pudiera hablar de proyectos y hacer exposiciones con artistas jóvenes y no tener que cobrarles; así fue como empezó. Y también salió de la frustración de ir a exposiciones y, en vez de salir satisfecho de ver una buena exposición de arte, salís frustrado y enojado; por eso empezó el grupo, para hacer exposiciones que tuvieran cierta calidad.
¿Podrías hablar un poco de tu experiencia y formación?
—Mario: Estudié en la ENAP; salí en 2003, a los 19 años. Llevo 21 años dedicándome a esto. Parte de lo que comparto con ellos es mi experiencia en las exposiciones, haciendo los textos, tomando las fotografías de las obras. Y de eso se trata, de compartir esas experiencias.
—David: Igual que Mario, estudié en la Escuela de Artes Plásticas, entré en el 2012. Hasta el momento llevo unos doce años estudiando y dedicándome a las artes, conociéndolas. Busco algo más apasionado. Entre más te puedes dedicar a lo que te interesa, más opciones hay para poder decir lo que te sucede. Yo venía tomando fotografías, pero llegó un momento donde tuve interés de involucrarme en el arte contemporáneo, pero no sabía cómo. Entonces, muchas de esas pláticas en El Sobrante sirvieron para poder enfocarme. Como mencionaba Mario, una clínica de arte es costosa, y a veces uno aprende más en los talleres de artistas, o trabajando con ellos, pero casi siempre son espacios muy herméticos. El Sobrante me permitió conocer a más artistas emergentes que estaban en la misma búsqueda.
—Elda: Yo también entré en el 2012 a la ENAP. Cuando salí de allí me sentía algo perdida; uno quiere hacer proyectos, presentarlos, y encuentra convocatorias, pero no sabe bien cómo aterrizar la idea, cómo escribir la propuesta, el statement, la biografía… Y cuesta encontrar espacios accesibles. Es importante compartir las ideas para irse acostumbrando a decirlas en voz alta.
—Katheryn: Comencé a estudiar arte en el 2015. Tengo una Licenciatura en Artes Visuales de la San Carlos. Me uní a El Sobrante en el 2022. Me parece importante tener un espacio donde dialogar las obras y las ideas que uno tiene —los artistas visuales generalmente son bastante tímidos—. Yo era de esas personas que se oponen a preguntar a conocidos y familiares qué opinan, pero siento que tener la opinión de alguien que se dedica al arte te puede ayudar a desarrollar mejor los proyectos.
—Lenin: Yo estudié el Diplomado en Fotografía en la Fototeca, en 2018. Lo demás que he hecho fue de manera autodidacta. Me uní en 2023 a El Sobrante. Yo trabajo más que todo foto, pero quiero explorar otras cosas, temas queer, porque para la sociedad es algo como muy en la sombra…
—Regina: Yo estudio arte desde el 2014. Empecé tomando cursos en Correos [Escuela Municipal de Artes Visuales], y después me metí a estudiar formalmente la carrera de Artes Plásticas; justo como decía Elda, cuando uno sale de la escuela a querer incursionar en el arte contemporáneo, cuesta mucho desarrollar los textos, comunicar la propuesta para una convocatoria o concurso. Entonces, en esta experiencia [El Sobrante] donde todos pueden aportar, eso ayuda a terminarlos.
Tienen una propuesta filosófica o estética definida detrás del proyecto
—Mario: Creo que todos vamos por el camino de hablar sobre temas bastante personales. Muchas veces cuando tratás temas sociales, el único beneficiado en realidad es el artista, y muchas veces no nos percatamos de eso. Entonces creo que cada uno trabaja temas muy personales para no caer en ese aprovechamiento de situaciones sociales o de otras personas.
Como la falsa…
—Falsa moral…
Falsa moral de establecer algún discurso político…
—Sí, digamos, cuando se trata de exponer a personas de escasos recursos o personas que se encuentran en situaciones de violencia… Si te das cuenta, al final, el único beneficiado es el artista.
La pornomiseria, que le dicen…
—Ajá.
He visto que parte de tu obra [de Mario Santizo] trata de transgredir esos circuitos del establishment del arte, que están delineados por el comercio artístico… ¿No sé si ustedes [los demás integrantes de El Sobrante] también se identifican un poco con eso? Digo, establecer una especie de circuito paralelo de artistas…
—Lenin: Desde mi punto de vista el arte queer es transgresor por estar fuera de la norma. Al menos a mí me gusta mucho la obra de Mario, porque tiene un poco eso… La otra vez, hablando con un coleccionista, nos dijo que a muchas personas queer les gusta la obra de Mario porque es un poco “sexual”, o trata situaciones sexuales en las que yo puedo decir «ah, que calidá’», pero una persona cis, hétero, podría ofenderse. Es chilero coincidir en eso, en las formas de transgredir.
—Mario: Elda también está trabajando temas bastante feministas pero desde su punto de vista, no tanto de la sociedad…
—Elda: Sí, cabal, todas las piezas que he trabajado tratan temas bastante personales o situaciones que han experimentado personas que yo conozco, principalmente mujeres cercanas a mí, entonces pienso que también es más honesto trabajar con cosas que uno ha experimentado.
—Katheryn: Creo que al final uno va a trabajar desde lo que uno vive, y como es una obra que sale de lo más honesto, siempre habrá gente que resuene con lo que uno está contando; todos tenemos vivencias parecidas y sólo es diferente la manera de expresar aquello con lo que otra gente se sienta identificada.
—David: Quizás agregaría que lo que me gusta de El Sobrante es que, curiosamente todos los integrantes —excepto Mario [risas]— tenemos más o menos la misma edad, estamos en un momento de la vida en que empezamos en el mundo profesional…
—Mario: La adultez, que le dicen… [risas]
—David: Ajá… [risas] Entonces casi todos los temas van relacionados a eso… Elda cabal tiene un proyecto de retratos de call center; igual Katheryn tiene animaciones relacionadas con el transporte; entonces hay muchas formas de poder entender y reflejar la realidad que vivimos, desde lo más cotidiano y lo más auténtico. Y con el tema del mercado, creo que vamos a responder siempre a la necesidad que tengamos; es en lo último que pensamos, si se vende o no. Creo que lo más importante es desarrollar el proyecto hasta concretarlo… Si hay un espacio, pues poder presentarlo; si hay alguna persona que se identifique, pues, uno agradecido.
Algo más difícil de contestar, ¿qué es el arte para ustedes?
—Mario: Por lo menos para mí, es la forma en que entiendo la realidad y la proceso, después trato de entender parte de lo que es existir en este mundo. La forma de entender esta experiencia, y de joder un poco a los demás [risas].
—Lenin: En la última expo que tuvimos, yo no me había dado cuenta de que el tema de mi obra era muy personal, y cuando me tocó explicarla lo noté y pensé en las formas que tengo de sanar ciertas cosas. Fue una revelación, porque yo miraba la obra muy ajena, pero finalmente no. Fue muy raro. Entonces para mí el arte es una especie de proceso de sanación.
—Regina: Para mí también es una forma de entender lo que me pasa. Justo en la última exposición estaba tocando un tema que es muy tabú dentro de mi familia, y para mí fue una forma de investigarlo, de entender cómo eso me atraviesa a mí y sacarlo de mi cuerpo, de mi mente.
¿Cuáles son los desafíos de los artistas en un país como Guatemala?
—Elda: El dinero [risas]
—Katheryn: En general, en Guatemala no está bien la educación en todo aspecto. Y a la educación artística se le da menos importancia. Por un lado se entiende porque en cuestiones sociales hay cosas más prioritarias que el arte, como comer, sobrevivir… Por lo tanto, cuando uno estudia arte tampoco es como que hayan ofertas laborales para artistas; aunque uno tenga un título no hay anuncios de «se busca licenciado en artes visuales, salario tal», y si existen plazas de ese tipo son pocas y uno ni se entera cuando salen. Entonces lo que te toca hacer es encontrar un trabajo aparte para poder mantener la carrera artística. Se trata de que la gente de verdad nos tome en serio, porque está esta idea romántica de que los artistas hacen las cosas por amor. Uno quiere ser profesional en el arte y ganar dinero de esto, porque no comemos del aire.
—David: Diría que también el miedo y la represión. Miedo de decir las cosas y miedo a poder cambiar la escena del arte. Siento que uno de los problemas del artista emergente es que el arte contemporáneo inició este siglo en Guatemala; es joven, incipiente. Estamos en un momento en que lo contemporáneo tiende a expresarse en técnicas que uno no domina, y no debe ser así. Si uno es bueno pintando y haciendo fotografía, uno puede usar estos recursos para hacer arte contemporáneo.
—Mario: En un tiempo aquí en Guate había varia gente que decía que no se dibujara y no se pintara y que estas técnicas eran parte del pasado. Y te das cuenta de que no. En el grupo es interesante que todos trabajan pintura, fotografía, escultura; entonces es como regresar a esas técnicas otra vez. También es importante entender que lo contemporáneo no es la técnica sino la idea sobre la cual se crea; lo último es la técnica.
Una técnica abierta a cualquier cosa…
Sí, lo utilizás para decir algo…
¿Sienten que hay un hilo conductor entre las obras de ustedes, tienen algunas coincidencias, o no necesariamente?
—Lenin: Para los bloqueos del año pasado, todas las obras que expusimos trataron temas políticos. Y fue sin querer que todos nos juntamos por eso. Fue muy divertido.
—Mario: Creo que en ese momento todos estábamos enojados [risas unánimes].
También obedece a factores coyunturales y ustedes se dejan llevar…
Pues, yo no hago curaduría en sí. Realmente no creo en estas expos temáticas que hacen los curadores. Para mí es más importante darle la libertad al artista y que haga su obra. Entonces, a veces sólo veo los resultados hasta el final de lo que se va a exponer.
¿Cuántas exposiciones han tenido como colectivo?
—Mario: Cuatro. Una en el Salvador… Ya somos internacionales…[risas].
¿El grupo está abierto para que se integren más artistas?
Sí, es más como recomendación de ellos mismos. Hay gente que se ha ido y otra va entrando. Cuando empezamos había más gente. El único requisito para estar en el grupo es trabajar; si no hay que darle el puesto a otra persona que sí lo quiera aprovechar.
¿Tienen alguna exposición individual o colectiva próximamente?
—Elda: Yo también, en octubre, en la convocatoria de Espacios, del Ministerio.
—Katheryn: Yo voy a tener una exposición personal en agosto.
Estaremos pendientes.