(Re) Pensar la Revolución 70 años después es un evento multidisciplinario que nos invita a reflexionar sobre el devenir de Guatemala setenta años después de la llamada “Primavera Democrática”, con un enfoque especial en los aspectos sociales y culturales. Este proyecto incluye una exhibición de arte que presenta una exposición de hechos históricos y sociales traducidos al lenguaje iconográfico del arte plástico: “Los artistas de la exposición exploran las recónditas geografías olvidadas de una Guatemala inconclusa, llena de sueños, anhelos y proyectos”.
“La idea de correlacionar distintos temas tanto teóricos, prácticos y artísticos, es la vinculación que existe entre la historia, el arte y la sociedad”, dice Ismael Vélez Flamenco, director de la galería Lark, que es el espacio desde donde nació el proyecto de (Re) Pensar la Revolución.
Sobresale, en esta muestra, la icónica imagen de Chiquita Banana bordada en tres bastidores, que representa el pasado de violencia que engendró la United Fruit Company y su papel fundamental en el derrocamiento de Jacobo Arbenz en 1954. Esta obra lleva por nombre “Herencias UFCO (Chiquita, Armas, Sangre)”, y es del artista Esvin López. Guatemala, junto con varios países latinoamericanos en aquella época, era visto por Estados Unidos como una “república bananera”, una simple finca de extracción de esta fruta. Las dictaduras latinoamericanas de aquel entonces se dedicaron a regalar grandes extensiones de tierra a la famosa compañía norteamericana; a cambio, Estados Unidos permitía que los dictadorzuelos de estos territorios gobernaran caprichosa y sanguinariamente.
Pero la exposición no se queda en 1954, sino que explora la historia de Guatemala de ese periodo revolucionario a las posteriores dictaduras e intentos institucionales de democracia que nos traen hasta el presente. Como explica Ismael Vélez:
La muestra que exponemos es una visión muy particular de cada artista, sobre cómo traduce el mundo contemporáneo desde un lenguaje visual, con elementos iconográficos, históricos, políticos, sociológicos. Nos habla también de la naturaleza, de la explotación de la tierra, de la explotación entre seres humanos, de un mundo que clama por derechos humanos. También nos habla de una violencia estatal y sistemática, pero también nos habla de la unión -como la pintura de Juan Antonio Aguilar (La Unión)-, que pueden tener los individuos en la sociedad, la fuerza social que nos une.
También, la pintura de Javier Cruz, es súper interesante, que nos habla mediante un collage de la violencia estatal en la época de Mejía Víctores: está la foto de Mejía Víctores, los soldados, los campesinos cultivando, la guerrilla, pero, en el centro, el maíz. A pesar que de que el maíz es un alimento milenario, uno se pregunta por qué hay gente muriendo de hambre que no puede ni comer maíz. Esto viene a decir en el lenguaje actual, que no ha evolucionado mucho la tenencia de la tierra en Guatemala. Esto es una violencia sistemática, porque no nos permite salir de esa estructura de subdesarrollo. Esto es lo interesante de la muestra: a la gente que no le gusta interpretar la historia a través de la lectura, puede interpretarla a través del lenguaje gráfico y visual.
Esta exposición forma una parte integral del proyecto “(Re) Pensar la Revolución”, pero también es un segmento individual y puede ser analizada de forma separada.
La muestra está llena de la visión de los artistas. Algunos de ellos vienen de contextos en los que sus familiares han sufrido cierto tipo de violencias. Wilmer Patzán Rac, que es el autor de este happening de los bananos que se van madurando con el periódico del Decreto 900, es un artista kaqchiquel; si uno revisa su obra se da cuenta que hay mucho de sufrimiento, pero también de esperanza, y tiende a comunicar qué es lo que le inquieta. Y otros artistas más jóvenes, como Lourdes Blanco, David López Rivera -que viene de Xela-, Beth Jordán o Guillermo Puente.