Brutal, magnífica, inmensa, extraordinaria. La puesta en escena de “El Señor Presidente”, versión dramática de nuestro querido Hugo Carrillo y tomada de la novela de Miguel Ángel Asturias, con el mismo nombre, publicada por vez primera en 1946.
La dirección fue designada al maestro Jorge Rojas, quien, con su equipo de actores y actrices y elenco técnico, han logrado una maravilla de puesta en escena.
Hace muchos años, leído por el mismo maestro Hugo Carrillo, tuve el honor de conocer esta versión de la monumental obra asturiana.
Ahora que la presencié he vuelto a sentir ese poder, tanto de la novela, como de esta puesta en escena, que provoca arritmias cardíacas y un sentimiento de mucha felicidad, en medio de lo trágico, carnavalesco y cómico del texto. Las actuaciones, el escenario, la música, luz y vestuario, muy acertadamente elegidos.
Me encantó que trajeran a la memoria el tema del poder totalitario, que aún persiste en ciertos ámbitos del Estado, especialmente en lo relacionado con la investigación y la justicia.
Un tema que, mientras más añejo, más actual, como lo vivimos con gobiernos pasados que arrasaron con todo, casi incluso con la esperanza.
Esa misma esperanza me surgió al presenciar esa sala abarrotada de público, lo cual es otro factor importante, ya que por lo general las presencias masivas de público se las dejamos a las bajas categorías artísticas.
En este caso salí con un corazón revitalizado, con una alegría cultural que hace tiempo se me había apagado y con la idea de que nuestros grandes maestros siguen vivos en este imaginario colectivo guatemalteco.
Hay que retomar la lectura de los nuestros, de nuestros clásicos. Revivirlos es leerlos o verlos en cine o el teatro.
Miles de aplausos, como los que se escucharon en la gran sala “Efraín Recinos” del Centro Cultural “Miguel Ángel Asturias”.
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Francisco Alejandro Méndez Castañeda
