El 30 de mayo Guatemala celebra el día del libro sagrado de los K’iches, el Popol Wuj, documento ancestral del mundo prehispánico de Mesoamérica.
El título podría traducirse como «libro del pueblo», donde popol significa comunidad, consejo, y wuh, libro. Se considera un texto fundacional de la civilización K’iche’, tanto por el carácter mitológico de la obra, como por las referencias históricas que narran parte de la invasión española de los territorios actualmente ocupados por el Estado guatemalteco.
Son los mitos, precisamente, los encargados de fundar la identidad cultural. No existe pueblo que no los tenga, por ser la memoria colectiva (así sea de sucesos místicos) la encargada de dar coherencia a cada individuo conformador de dicho popol. Los mitos permanecen cuando nosotros ya no estamos, cuando nuestros huesos y apellidos han sido enterrados por el inexorable paso del tiempo.
En palabras de Franco Sandoval, autor y traductor de Popol Vuh: versión transparente,* más que un libro convencional, es un compendio narrativo de la tradición oral del pueblo K’iche’. Mucha de esa tradición oral también se hallaba registrada en forma pictórica (recordemos que la escritura de los pueblos prehispánicos era jeroglífica), y es de esta cuenta que fuera rescatada y transcrita a caracteres latinos por sabios k’iche’s anónimos del siglo XVI. De hecho, estos sabios dicen en el corpus del texto, que el libro sagrado fue “pintado”, haciendo referencia inequívoca al carácter pictórico del lenguaje original de estas narraciones.
Estos mismos sabios anónimos explican, en el cuerpo de las traducciones actuales del Popol Wuj, que el libro sobrevivió a la persecución del cristianismo. Dicha transcripción de los originales pictóricos y orales, que data, hipotéticamente, de 1554-1558, ha desaparecido. No queda (físicamente) sino la traducción hecha por el fraile dominico Francisco Ximénez.
La ministra de Cultura y Deportes, y arqueóloga, Liwy Grazioso explica que «el fraile dominico español Francisco Ximénez de Quesada, llegó a Guatemala en 1688, como acólito, y empezó a aprender el idioma k’iche’. Alrededor del año 1550 el Popol Wuj se transcribió en k’iche’ pero utilizando caracteres latinos, posteriormente entre 1701 y 1703 Ximénez lo tradujo al castellano cuando era cura en Santo Tomás Chichicastenango (Chuilá)». Por eso es que al libro sagrado k’iche’ también se le llamó Manuscrito de Chichicastenango.
Al menos el fraile Ximénez tuvo la decencia de transcribir como texto paralelo (con caracteres latinos) su versión en idioma k’iche’, pero según deducciones posteriores de los expertos, y en contra de lo primero que se puede pensar, dicho texto paralelo no es el original en el idioma K’iche’.** Es posible incluso que al propio Ximénez le hayan transmitido estas antiguas historias de forma oral.
Como haya sido, del manuscrito del fraile Ximénez se desprenden todas las versiones actuales del Popol wuj, dentro de las cuales destaca (por su traducción al español, fiel a los detalles lingüísticos y poéticos del idioma K’iche’) la versión del lingüista k’iche’, Sam Colop, quien precisamente lo renombra como Popol Wuh ―que no Popol Vuh―, explicando que el propio Adrián Recinos ―autor de una famosa traducción del libro sagrado―, hacía la misma salvedad para la pronunciación del vocablo vuh: se escribe vuh, pero se pronuncia wuj, o uuj. Pese a los cambios de las distintas versiones, actualmente la grafía aceptada por la Academia de las Lenguas Mayas de Guatemala, es wuj.
Según la viceministra de Patrimonio, Laura Cotí: «El Popol Wuj es un libro de alto significado para la cosmovisión y cosmogonía maya» ya que «explica el origen del pueblo Maya K’iche’», pero también es «un libro referente para que las y los guatemaltecos conozcamos nuestras raíces, los grandes valores de los pueblos mayas, el linaje de estos pueblos y sus formas de vida a través de su cosmovisión».
Parte esencial de esta cosmovisión es la relación de reciprocidad que los mayas han tenido con la naturaleza desde tiempos difíciles de recordar. La parte mitológica del texto, como muchos recordarán, detalla la constitución o creación de los seres humanos a partir del cereal con mayor volumen de producción a nivel mundial en la actualidad. Recordemos que dicho mito dio paso a que el premio Nobel de literatura guatemalteco, Miguel Ángel Asturias, escribiera un libro precisamente titulado Hombres de maíz.
Así que la frase «hombres de maíz», es una derivación metonímica del Popol Wuj, pues aunque no haya leído este libro sagrado, cualquier guatemalteco que se precie relaciona esta frase con sus orígenes y su identidad, que es de lo que se trata finalmente el Libro del consejo: un recordatorio de las raíces ancestrales que constituyen el territorio mesoamericano.
*Versión ilustrada y adaptada del “Popol Vuh” para la comprensión de un público amplio.
** Tal y como explica Sam Colop en el prólogo de su traducción del “Popol Wuh”.
El fraile dominico español Francisco Ximénez de Quesada, llegó a Guatemala en 1688, como acólito, y empezó a aprender el idioma k’iche’ . Alrededor del año 1550 el Popol Wuj se transcribió en k’iche’ pero utilizando caracteres latinos, posteriormente entre 1701 y 1703 Ximénez lo tradujo al castellano cuando era cura en Santo Tomás Chichicastenango (Chuilá).
Omar V. Rodríguez
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