diciembre 3, 2024

Una genial noche de fusión de géneros musicales se vivió en el Palacio Nacional de la Cultura

España y Guatemala se unieron en un sentido abrazo musical

La música desdibuja fronteras y hermana pueblos, e incluso es capaz de eliminar la distancia de un océano entero, como el Atlántico. Todo ello quedó patente el pasado viernes 29 de noviembre, cuando la música hermanó a los pueblos de Guatemala y España en un evento singular, cuyo escenario fue el fastuoso Salón Banderas del Palacio Nacional de la Cultura. Ahí, la marimba presidencial Maderas de mi Tierra, con el confeti de las celebraciones por sus noventa años de existencia aún fresco, se fusionó con un selecto grupo de músicos españoles invitados especialmente para una gala inolvidable.

El espectáculo fue organizado como parte de La Antigua Fusión, un proyecto dirigido y producido por Toni Pino de Quimeras Fusión, y diseñado para unir las tradiciones culturales de Guatemala y España. La experiencia de Antigua Fusión cuenta con cuatro fases: Visitas a escuelas y proyectos locales dirigidos a jóvenes de escasos recursos; creación colectiva de fusiones musicales que se presentan en escuelas o espacios históricos con lo que se fomenta la conexión cultural y el aprecio por el patrimonio; conciertos y jams, como el que se presentó en el Palacio Nacional de la Cultura, y por último, clases online tras el regreso de los artistas, para continuar el aprendizaje y fortalecer el vínculo con los jóvenes.

La forma en la que una marimba podía fusionarse con una delegación de exponentes españoles del flamenco, el jazz, el folk y el pop, intrigaba al público; sin embargo, la noche superó todas las expectativas.

Del danzón al flamenco, pasando por otros barrios

Para caldear el ambiente, la marimba Maderas de mi Tierra abrió la noche con un rico danzón titulado Isabel, del compositor quetzalteco Higinio Ovalle. Luego de la apertura marimbística, el equipo español entró a la cancha del concierto, representado por el saxofonista gaditano Antonio Lizana, uno de los mejores exponentes del nuevo flamenco-jazz. Lizana realizó una muy personal interpretación de la pieza Se la llevó Dios, del género flamenco conocido como “malagueñas del mellizo”, el cual cantó al más puro estilo del cante andaluz, desgarrado y cadencioso, mientras alternaba las estrofas de la malagueña con improvisaciones de su saxofón, en una demostración de maestría interpretativa.

A continuación, tomó el escenario la cantante y pianista salmantina Sheila Blanco. La intérprete ha destacado musicalizando gran cantidad de poesía proveniente de la llamada Generación del 27 de España. Esta generación incluye a connotados escritores como León Felipe, Rafael Alberti y Luis Cernuda. Sin embargo, Blanco ha preferido rescatar los textos de las escritoras de esa generación, que en general han sido menos conocidas, como Concha Méndez, Pilar de Valderrama y Dolores Catarineu, para así devolverles el lugar que históricamente les corresponde. En esta ocasión, Blanco musicalizó el poema Por la verde, verde oliva de Margarita Ferreras, con un piano delicado y una voz poderosa. «Un romance con gran atmósfera lorquiana y sabor a Granada», contó la intérprete, para seguir dándole ambiente andaluz a la primera parte de la noche.

Una impecable fusión de géneros

Luego se situó ante el micrófono la tercera invitada, posiblemente la más mediática, Cecilia Krull, quien ha puesto su voz para canciones de diversas producciones de cine y televisión. Krull deleitó al público con una sentida interpretación del bolero Bésame mucho, de la compositora mexicana Consuelito Velásquez. Con este tema arrancó la fusión propiamente dicha, ya que la cantante madrileña fue acompañada al piano por Sheila Blanco, mientras que el saxofón de Lizana atacaba solos entre estrofa y estrofa, en una excelente combinación sonora.

Luego de presentados todos los participantes de la noche, fue de nuevo el turno de Maderas de mi Tierra, que dio una verdadera cátedra de versatilidad al interpretar ni más ni menos que la conocida obertura Guillermo Tell, del italiano Gioachino Rossini, conocida por todo el público, pero que fue escrita para orquesta sinfónica. Los maestros marimbistas interpretaron a la perfección esta conocida pieza, para asombro del público presente que estalló en aplausos.

A continuación, sucedieron las colaboraciones. Antonio Lizana interpretó la conocida pieza Blue Bossa acompañado por la marimba Maderas de mi Tierra, que luego acompañó a Sheila Blanco con un arreglo muy especial de la musicalización del poema Roja, toda roja, de la poeta Elisabeth Mulder.

Acercándose al clímax de la noche, Krull cantó la canción que la hizo conocida mundialmente, My Life Is Going On, tema de la exitosa serie La Casa de Papel, arropada por el canto de hormigo de Maderas de mi Tierra. Por último, en una auténtica apoteosis, el virtuoso trío de músicos españoles se unió a la marimba estrella de Guatemala para interpretar el segundo himno nacional del país, Luna de Xelajú, de ese otro gran compositor quetzalteco, Paco Pérez. Una cerrada ovación puso punto final a una noche mágica que fusionó ritmos, géneros, armonías, melodías y mucho sentimiento.

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